lunes, 13 de mayo de 2013

Estrasburgo

Estrasburgo, en el valle del Rin, es tierra de disputa histórica entre dos grandes núcleos de poder, es hoy una hermosa ciudad que simboliza el encuentro de Europa.  Heredera de tradiciones culturales propias, con reminiscencias francesas y alemanas, en Estrasburgo se sintetiza una visión de Europa, culta, de elevado nivel de vida, respetuosa con la tradición.  Aparte de ser sede de importantes instituciones europeas, es la capital del valle medio del Rin, el lugar-base idóneo para descubrir desde allí Alsacia, Baden, la Selva Negra y los Vosgos. 

Su nombre, de origen alemán, se relaciona con su tradición como punto de encuentro de las rutas fluviales y terrestres que unían el norte de Europa con el Mediterráneo y el centro Europeo con el Atlántico. En el medievo tuvo cierta importancia. Allí, por ejemplo, Carlos y Luis, nietos de Carlomagno, prestaron el Juramento por el que acordaron unirse frente a su hermano Lotario. El juramento es famoso porque –en el 842- los dos lo hicieron en lengua romance. 

Ciudad libre durante algún tiempo y vinculada a Francia y Alemania en otros momentos históricos, Estrasburgo acoge en la actualidad a diversas instituciones europeas y simboliza la unión continental, al ser síntesis del espíritu germánico y latino. 

Entre las personalidades curiosas de Estrasburgo cabe citar a Fréderic de Dietrich, autor intelectual de la marsellesa. Era alcalde de la ciudad cuando ofreció la cena de despedida a los voluntarios del ejército del Rin(1792) y demandó a Rouget de Lisle a componer un himno. El compositor quedó trabajando toda la noche para satisfacer la demanda y a la mañana, en casa del alcalde, se cantó por primera vez el himno. Más conocidas personalidades estrasburguesas son Gustavo Doré, célebre ilustrador del siglo XIX; Charles de Foucauld, militar y luego misionero asesinado en Argelia, y Jean-Baptiste Kléber, héroe nacional francés, combatiente en varias campañas napoleónicas. 






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